Nace del agave maduro de Los Altos de Jalisco, cultivado con respeto y cocido lentamente en hornos de mampostería, su esencia se destila en alambiques de cobre, y su alma se transforma durante ocho meses de reposo en barricas de roble francés que previamente albergaron vino tinto, este proceso le otorga su color único un rosado natural, elegante y profundamente evocador.
Su diseño, inspirado en el arte popular mexicano, es un tributo visual a nuestras raíces Su sabor, profundo y sofisticado, despierta memorias, emociones y celebraciones Su presencia en la mesa convierte cualquier momento en ceremonia.